viernes, 22 de febrero de 2013

ENTONCES SI QUE NEVABA




Todo ello me recuerda, las nevadas acaecidas en mis años jóvenes y los trabajos que teníamos que realizar muchas veces; cuando por la mañana no podíamos salir de casa, al estar bloqueadas por la nieve, puertas y ventanas.
Había que separar la nieve en las ventanas para evitar la penetración del agua  hacia el interior al desleírse. Algunas veces, las puertas estaban cubiertas de nieve hasta la mitad y había que retirarla con la pala y hacer camino para poder salir.
Recuerdo en una ocasión., como en la calleja que conducía desde mi casa hacia la iglesia, tener que realizar un túnel  a la entrada de la misma, y otro a la salida; para poder pasar por debajo. Se había acumulado durante la noche tanta nieve, que habría más de dos metros; y resultaba mejor hacer el túnel, ya que hacia los lados no se podía palear, por impedirlo las paredes.
Creo yo, que  salvo alguna excepción; las nevadas entonces eran mucho más copiosas, y siempre que no se desleía y helaba por las noches, se hacía muy peligroso andar por la calle al día siguiente; de ahí que  cuando dejaba de nevar, se iban haciendo carriles para poder después ir, bien a la iglesia u otro lugar con menos peligro.
Eran días de descanso, pues no se podía ir a trabajar al campo. Muchos nos entreteníamos en separar la nieve en algunos lugares, y colocar pajareras por si algún pájaro o paloma caía, y así  comer carne aquel día. Pobrecillos, como no tenían donde comer, cualquier espacio que veían libre; allí iban a picotear, y si se descuidaban, caían en la trampa. Muchas veces los veíamos desde lejos, como andaban alrededor de la pajarera salteando de uno a otro lado evitando comer el cebo de la misma.
Eran muy listos, y si alguno caía; creo yo era  por exceso de hambre.

Cuando la nevada había sido intensa y salía el sol con fuerza, el reflejo que se observaba de los pajaritos revoloteando alrededor de los espacios libres buscando comida, era precioso. Parecía una estampa que merecía la penar verla. Solo el intenso frio que hacia, obligaba a desistir pronto en la observación.

Pobres pajarillos, espero que ahora no haya trampas, y que todos en general seamos más libres, aunque por desgracia unos para subsistir tengamos que alimentarnos de los otros. Así es la vida y será por siempre.
 Ley de supervivencia, pero con respeto estricto y limitado, creo yo.
Saludos para todos mis paisanos y visitantes del blog.

Arturo Galende Palacios

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