miércoles, 27 de febrero de 2013

FRASES ESPECIALES


FRASES ESPECIALES

Mi artículo de hoy, versará sobre frases recogidas en mi juventud, de una serie de libros cuyo nombre y autor no puedo recordar, pero que en su momento seleccioné todo ilusionado, por su expresividad, y que aún conservo en mi cuaderno de notas.

Generalmente son piropos refinados, dedicados a las señoritas, quizá para intentar enamorarlas; aunque hay algunas frases, que pueden rozar el pensamiento filosófico de sus autores.
Sin más preámbulos ahí van mis notas:

Dios no quiera que bajo el peso de tu mismo orgullo, ruedes al profundo abismo, acaso más enferma que culpada.
¿Dime?, entre tanta hipocresía, falsedad, insidia, felonía, ¿no ha de haber un espíritu valiente?
¡Cuántos sueños de gloria evaporados! ¡Cuánta ilusión perdida en el vacío! ¡Cuántos corazones abnegados!
Y como si acaso yo no fuera comprendido, todo mi querer, idolatría y devoción, cruje, vacila y se desploma. ¿Quieres más deslealtad y perfidia?
Tengo perdida la calma por tanta soledad, y el corazón cubierto de penumbra.
Lamentaría que tuvieras que arrepentirte, piensa que lo sentirás si dejas morir la “mies”; te advierto, yo no ando nunca hacia atrás. No te arrepientas después.
No me extrañaría que sin luz ni guías, tus humanos instintos se desborden, por seguir la senda tan errónea de la vida.
Qué triste es el vivir cuando hay lamentos, por no ser correspondidos los que aman.
De aquellas juveniles alegrías le ha quedado a mi corazón solo un gemido. ¿Para que me haces concebir las ilusiones si después no soy correspondido?
Le doy a Dios las gracias por haberte perdido, porque así he perdido el receloso miedo de perderte. Celebraría no haberte conocido.
Miré tu talle esbelto y fulgurante como índice que señala al infinito, y tú ensoberbecida, me has dicho que había elegido mal el camino.
 ¿Por qué te empeñas en destrozar mi alma?, o ¿acaso el cariño no merece ser correspondido?
¡Oh, qué bonita eres! la primera vez que te vi, vi como bajo el peso de sibilante brisa que asesina, yergues tu talla escultural y fina, lo mismo que un relieve impreso en el confín.
Vi como tus labios engreídos por sus mórbidos hablaban cual música divina, y halagadores me fingían infinitos y solitarios besos.
En mis desolaciones, ¿Qué me espera?
No es eterno el sufrir, la fe consuela, y también es foco de la vida la esperanza.
Yo tengo triunfos breves; mis derrotas son largas.
 Eres demasiado dura conmigo porque dices que no necesitas nada, pero quizá un día no muy lejano te arrepientas y esto te pueda servir de sentencia, “amor con amor se paga”.
Ya sé que te tienes por algo que fascina, por algo no existente que arrebata, en una palabra vanistorio.
Procura orgullecida no te despeñes y caigas como deslumbrante catarata.
Ya ves cómo te quiero, que aún en mi melancolía y fracaso, he tenido la fuerza que se necesita para evitar que tu arrogancia se vea fracasada; motivos que tanto significan para mí, que la he tomado como propia.
No te das cuenta que quien vive deprisa, no vive de veras y quien no echa raíces, no puede dar frutos.
Me pareció aprender a tu lado, en que se funda la dicha más perfecta, y para hacerla mía, he querido que seas mi compañera.
¡Qué días y que noches. Con cuanta lentitud las horas ruedan…
¡Cuánto necesitaría aprender para darte a expresar mis sentimientos!
La tormenta es presagio de bonanza; del  desengaño nace la experiencia; de la duda la ciencia, y del triste infortunio la esperanza.
Bullen en el seno de la muerte, los gérmenes fecundos de la vida.
La gloria es grande si la dicha es fuerte.
La religión se prueba en el martirio, la virtud es combate turbulento.
El amor surge del incendio de las almas.
En el fondo del mal, el bien palpita.
Lo que quiero, te lo voy a decir porque te quiero; es lograr tu amor niña hechicera, después que me juzgue la gente como quiera.
Hoy gimo en mis desolaciones, separado de ti misma, por el tiempo, el destino y la distancia.
Tu talle esbelto y ágil, fino y lánguido, me pareció hermosísima amapola.
Cuando te vi en el baile, eras alta, eras fina, eras lánguida y hasta eras arrogante; esto pensé para mí mismo y hasta me hice la ilusión de que podría enamorarte.
Caminar entre sombras, es lo mismo que dar vueltas mal seguras, en el fondo sin fondo de un abismo.
Mil veces intenté quedar dormido, mas fue inútil mi empeño; admiro a una joven y es sabido que a mí, tu admiración me quita el sueño.
Y después de sabido esto, resultaría en vano que amores pretendiera. Sería como un niño que quiere alcanzar la luna con la mano.
Te lo digo con franqueza, yo os amo, sí; deja que mi lengua habladora te repita esta voz tan repetida.
Siento decir lo que te digo, pero ¿quieres que te  engañe yo también?
Se ama una vez en la vida sin medida, y aún después se vuelve a amar sin tino, más de dos; ¿te das cuenta cuán versátil es la vida y cuán vano es el destino en que se funda nuestro amor?
¿Qué es sin ti, para mí el mundo? Un valle de lágrimas; ¿y contigo? Un edén.
De cuantos tormentos he sufrido, es esta ausencia el más atroz.
Mujer, mujer en quien puse el alma y el corazón, sin que yo te diera un beso, por respetar tu pudor; mi juventud  se pasó. A flor de labios te tuve, y aquel beso no estalló. Ahora cada vez que lo pienso, se me parte el corazón.
No quieres estar bonita, pues no tiembles que yo te compraré un corpiño con la pompa del armiño, para tus senos triunfales.
Qué a gusto daría la vida, por una hora de tu amor, por un sueño de tu gloría.
Tu eres alma deliciosa, gracia adolescente, un delicado cuerpo femenino, que te perdiste  en la sombra eternamente; y yo hube de seguir solo el camino.
Cabalgas sobre ------ años por la vida y aún no sabes conducir tu corcel.
Tus labios tienen la sombra de una tristeza infinita. ¿Quién te apena, acaso es un amor oculto, que se burla así de ti? Dale cabida al mío, que es sincero; verás cómo vuelve la esperanza hasta tus ojos, y recubrirán tus labios ese bonito rubí.
No finjas pensamientos que no sientes. No sientas con fingidos sentimientos.
Es tu silvestre hermosura, admiración y pecado, al más justo atrae, y altera  tu figura.
Es ánfora tu cintura cimbreante y apretada, que la encuentro sobre tu firme cadera modelada.
Ahora que me acuerdo, creo que hasta te debo la costumbre insana de hablar solo.
Son tus ojos ----- luminosos y tranquilos, que además de tener la inquietud de los luceros, poseen la solemnidad de los cirios.
¡Cuánta ilusión malograda y cuánto llanto vertido! ¡Qué generoso latido para tan triste jornada!
Cada vez que me acuerdo de tu ingratitud para conmigo, el corazón me flaquea de tanto como ha latido.
Das motivo a que empiece a vacilar mi confianza y el miedo de perderte me haga ser supersticioso.
Indómito he luchado, ¿y que he sido?, ¿héroe o tigre, pensamiento o rabia?
Cada vez que pienso en ti, voy como si fuera preso; detrás camina mi sombra, delante mis pensamientos.
Si tú amaras y no fueras querida, sería para ti un triste desplacer; mas ¿qué tormento o pesar te puede, niña, causar ser querida y no querer?
No seas egoísta, compara con tu vida el pensamiento.
Quizá seas demasiado mujer para dejarte vencer sin quererlo.
No te sientas infatuada (orgullosa), si hasta estoy avergonzado de tu obesa figura.
¿Qué es lo que lleva más llevadera la vida del hombre? La mujer. ¿Por qué luchamos? Por la mujer. ¿Por qué tratamos de sobrevivir entre nuestros semejantes? Por una mujer. ¿Con quién compartimos nuestras penas, nuestras alegrías, todas las vicisitudes de nuestra existencia? Con una mujer.
Sí amigos, la mujer es todo para nosotros. Sin ella estaríamos perdidos.
Un día me formé un tipo de mujer, que creí seria el ideal si la suerte me ayudaba a remontar tantas adversidades, pero ese tipo ideal se desvaneció, convirtiéndose en un sueño.
Las mujeres reniegan y despotrican de ciertos tipos, para luego ir a caer precisamente en uno de aquellos, de quienes han dicho más pestes y horrores.
No olvides que sólo amarás bien, si amas llorando (de alegría).
Apenas me encontré contigo, ya distinguí el ápice de tu vanagloria.
Es inadmisible tu forma de ser y tus gestos furibundos.
Hubiera preferido seguir fuera gozando del romántico claro de la luna.
Y aunque no ignorabas que yo lo sabía todo, tuviste la desfachatez de confesar.
No será que te burlas en el fondo, de tus mismos pensamientos.
Eres hermosa de verdad, violenta, despiadada… un ángel que parece bueno y malo al mismo tiempo.
A tu carácter, lo comparo con la fruta del maracá; áspera por fuera y dulce por dentro.
¿Quieres que te sea claro y te diga mi opinión? Representa tu carácter los modales de una niña veleidosa, mal educada, pero de buenos sentimientos.
Me sentiría molesto que por tus vanas apariencias, llegaran a calificarte como a una mujer “cursi” y vulgar señorita.
No creas que soy uno de esos hombres que ofrecen una supuesta felicidad ñoña y sin horizontes, ni consentiría que te encerrasen en la cínica y dorada cárcel de sus prejuicios.
Eres más digna de lástima que de perdón, porque tu vanidad y tu infantilismo, son del mismo calibre.
Aunque en nuestras relaciones no haya habido aún, nada erótico; nada impide que ya mutuamente nos profesemos un eterno y agraciado cariño.
Mi estado de erotismo hacia tus gracias y virtudes personales, me tienen obstruido por completo.
¿Qué es la ciencia sin fe? Corcel sin freno.
¿Cuál es la persona más peligrosa? La mentirosa.
¿Y el regalo más bello? El perdón.
¿Y el sentimiento más ruin? El rencor.
¿Y la cosa más bella de todas? EL AMOR

Y ya para terminar, diré:

Los enamorados prefieren a veces una carta de amor, a las frases amorosas que oyen de la boca del ser querido; el papel es mucho más elocuente, y repite las palabras que se le consultan; la voz se pierde en el espacio, y la carta se guarda en el pecho; cerca del corazón. Las palabras no comprometen, pues arrastradas por el viento no se sabe dónde van a parar, y el papel es un testigo mudo, que habla en silencio y que recoge las impresiones de la efusión. Un beso de amor estampado en el papel, pasa desapercibido para todo el mundo; sólo el amante recoge el aroma que ha exhalado allí el alma.


Arturo Galende Palacios

No hay comentarios:

Publicar un comentario